Así que miró a su alrededor, reunió lo que quedaba de su maltrecho contingente, y buscó alianzas desesperadamente en un intento suicida de cambiar su suerte con un sólo golpe de efecto.
Las noticias de sus logros ya habrían llegado a Ulthuan. Difícil sería que cualquier otro Señor estuviera dispuesto a ligar su destino a su estrella descendente. Buscó entre aquellas razas que compartieran su odio hacia sus malditos parientes lejanos y se dispuso a jugarselo todo a una moneda lanzada al aire...
Claro, que el resto de generales ignoraban lo desesperado de su plan: matar! ...matar o morir, punto! (Y el Señor de Tor Achare, no era el mejor)