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lunes, 22 de febrero de 2016

Altansar

La pequeña flota de barcos blancos surcaba aguas cada vez más oscuras a medida que se aproximaba a la bahía. Altarsar iba a bordo del “Estrella de la mañana”, un imponente navío de clase Águila al frente de toda la flota, buscando con su penetrante mirada de elfo el lugar perfecto para el desembarco entre los riscos y rompientes de afiladas rocas que componían la mayor parte de la costa en ese lugar del mundo.

Hace ya tres semanas partió desde el puerto de Lothern con un cometido un tanto extraño. Debía averiguar las motivaciones del Señor de Tor Xerec, que había partido junto con sus tropas hacía casi ya dos meses hacia la costa sur de Naggaroth, y si éstas eran compatibles con los intereses de la Corona. El Alto Consejo de Archimagos de Saphery le había transmitido sus órdenes con gran secretismo. Al principio Altansar comunicó al Alto Consejo la posibilidad de ir él solo o con un pequeño contingente de Maestros de la Espada a ofrecer sus servicios al Señor de Tor Xerec para así poder disponer de información de primera mano. Pronto le quedó muy claro que esta misión escondía mucho más de lo que parecía, ya que era el mismo Rey Fénix quien la había ordenado y además le ponía al frente de una hueste de guerra sin un propósito convincente. Las cualidades de Altansar como Señor del Conocimiento le hacían especialmente idóneo para misiones de infiltración y espionaje en las que ya había sobresalido en el pasado, pero ponerlo al mando de un ejército le resultó del todo extraño, ya que este honor generalmente era reservado a Príncipes élficos de alta cuna o a poderosos Archimagos, no el hijo de un comerciante venido a más. En cualquier caso, eran órdenes del Rey y las cumpliría lo mejor que sus habilidades le permitieran, así que se dirigió a Lothern donde le esperaban sus tropas. A su llegada quedó sorprendido por la cantidad y calidad del ejército que había sido puesto a su servicio, incluso un enorme regimiento de Leones Blancos de Cracia estaba bajo su mando. Éstos eran la guardia escogida del Rey Fénix y generalmente representaban a la Corona en todas las misiones que Ulthuan llevaba a cabo en el exterior. El propio Rey Fénix le recibió en el Salón del Trono y le dijo que depositaba en él sus mayores esperanzas y anhelos.

Altansar apenas articuló palabras, ya que estaba sobrecogido por todo lo que se estaba desarrollando a su alrededor. Finalmente encontró entre los acantilados una playa de arenas negras y salió rápidamente de sus ensoñaciones. “¡Guerreros!” exclamó. “Tiñamos esta tierra maldita con la sangre de los enemigos de los Asur”. “¡A los botes!”.

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